Esta infusión es una pavada total. Y para los amantes del jengibre -como yo-, una delicia.
Para hacerla solo pongan a hervir agua con unas rodajas de jengibre y luego de romper el hervor, déjenlo en el fuego tapado durante unos minutos más hasta que cambie el color a un tono amarillento y esté más concentrado. Yo hice aproximadamente 300 ml y usé 5 rodajas de jengibre. Queda bastante gustoso. Si lo prefieren más suave, pueden ponerle menos jengibre.
Para tomarlo puede ser con miel o agregarle hojitas de menta, zest de limón y/o jugo de limón. ¡Es ideal para estos primeros fríos!
Me encanta esta infusión! Y es un indispensable de mis temporadas de invierno.
Para agregregarle un sabor más especiado, suelo incoporarle: unas semillas de cardamomo, clavo de olor, un poco de canela en rama y una cucharadita de te negro en hebras.
¡Genial, Marisa! Tu infusión se parece mucho al chai, en el blog hay una versión sin té negro, pero se lo podés agregar. ¡Gracias por comentar!